sábado, 18 de febrero de 2012

Sierra

Vaya.
Ando mirando cosas musicales y trataba de recuperar un programa de radio sobre Battiato que he escuchado esta mañana de la güep de Rtve. Abro la pricipal para ir a lo de la radio a la carta y veo la llamada sobre el fallecimiento de Enrique Sierra, el guitarrista de Radio Futura.
Vaya, hombre.
Enrique Sierra tenía muy mala cara desde hace treinta años, lo menos. La mala vida, pensaba todo el mundo, pero por lo que parece ha sido cosa de los problemas renales que arrastraba desde hace mucho tiempo, me parece. De hecho, en el tramo final de Radio Futura anduvo compartiendo las guitarras con el inglés aquel, que también era muy bueno, porque la mitad de días andaba el hombre un tanto jorobado.
Estaba, ya digo, a propósito de lo de Battiato, viendo chorradas antiguas y he dado con un programa de Paloma Chamorro donde ponían música de vanguardia. De allí a los vídeos de Derribos Arias, de Glutamato Yeyé, de Golpes Bajos y de Loquillo, yo qué se. Unas joyas de cuidado. De por allí rescato esta larga versión doble, instrumental y cantada de la Escuela de calor, que no es mi favorita del grupo pero que está muy bien interpretada. Entre el personal que hay sentado al principio está el último Berlanga y al fondo creo que Ordovás. Enrique Sierra está en su línea, un pintas de cuidado con pelos de pincho y guitarreo un tanto espasmódico. Son la mejor formación de Radio Futura, con Solrac Velázquez en la batería.



De vez en cuando escucho La canción de Juan Perro, un disco que yo creo conceptual, que me suena a Macondo y a una mulata bailonga, a cervezas amargas -a ver si no- y al primer concierto de rock, una primavera de vete tú a saber cuándo,, de la que recuerdo que tocaron una versión de un grupo que estaba comenzando "y son de aquí", dijo Santiago. Se llamaban El último de la fila.
Ya ves, Enrique, de lo que se acuerda uno.

jueves, 2 de febrero de 2012

Un funeral vikingo


Joe Strummer, alma mater de The Clash, palmó prematuramente y de algo ni sucio ni rocanrolero, un poco al estilo de los Ramones, tan cafres en la vida, pero tan sosos en en el traspaso, como si dijéramos.
En una especie de aquelarre de la MTV o algún canalillo musicaloide, parece que le homenajearon estos cuatro piezas con lo más parecido que uno imagina a un funeral vikingo pero sin pegarle fuego al drakkar.



Con el número uno, Elvis Costello, con esas lupas de vértigo, al que todos admiramos secreta y públicamente por ese pedazo de churri con quien sigue casado sobre viento y marea, en fin, ay, uf.
Con el dos, Bruce Springsteen cada década más joven aún, algo hay, no se.
Con el tres Dave Grohl, mucho mas listo, mejor músico y más desconocido.
Con el cuatro Little Steven, un poco más redondo cada día y que a mi me sigue recordando mucho a Al Pacino.

Ya digo, los vikingos.