jueves, 1 de enero de 2009

Se me olvidó ponerle título, jolín. Feliz año, o sea.

A ver, el año, dejémonos de tontadas, casi que conmienza cuando los colegios, cuando la gente vuelve con cara de Cancún, la marca de las gafas de sol y un ciero olor de paella.
Pero como el día uno es el día uno y enero es lo que tiene, pues nos vamos a lo clásico y listo.
Como lo de las uvas y los pesados del matasuegras son unos tostones, aquí, cuando se le da apertura al año, entre polvorones y una copita de vino dulce o hasta de espumoso, que la verdad, ni fu ni fa, pero un día es otro y bien frío tan bien entra, es cuando el Ricardo Mutti que toque ese año, desenfunda la batuta y comienza el Danubio Azul.
Pero qué rebonito es el Danubio azul, jolín. Que es comenzar a oírlo y ver las naves espaciales de 2001 a la vez que a los japos forradísimos que copan la sala dorada del Musikverein y que al tío del arpa y al vago del bombo, que para dos arreones que le da, oye, sale en la tele y por trabajar el día uno le han de pagar un buen complemento. Bueno, que me pierdo. Que feliz año y que nos vemos por aquí o por allá, donde haga falta.