jueves, 30 de junio de 2011

Las amapolas

Gari era un tío con boina, flaco, rubio y radikal, ojos claros, un poco con cara de navajero guapo, como si dijéramos, como de esperar a Teresa en la tapia del frontón. Estaba en una cosa de la música, cantaba y tal. En lugar de ser un grupo de pop, le daban a las guitarras y al acordeón, a los Clash y a los muelles y los puertos, la grasa y el metal, que también es muy musical, como las rimas sabidas y consentidas.

Esa es la forma como el punk fue tomando cuerpo, por lo festivo o por lo reivindicativo, a lo burro. Pero hubo unos pocos que le añadieron lo dicho, esto es, lo musical, pero en buen plan. Y Hertzainak, que estos son los que eran, además de tíos con boina y con actitud, que es como pose y chulería, fueron muy buenos músicos, muy buenos compositores y vibrantes en directo. Con los años, chaparon el garito, que es como decir que lo dejaron, para meterse en otras cosas, lo normal.
Gari trató de reciclarse en tanguista chulángano, en plan Gardel con K de bronca, pero aquello le salió a medias, porque los de la órbita Kortatu le comieron todo el terreno me parece a mi. El negociado no era el mismo, pero la peña no está para sutilezas. El tío siguió dándole al asunto y ahí sigue. Y después de esos altibajos, anda en altos ahora, ilustre desconocido. La calidad, ya se sabe, siempre discreta.

Me gustan las amapolas.