Podríamos decir que esta es la última canción de Pink Floyd. Es un tema complicado saber cuál es la última en realidad. ¿La última de Barret?¿De Waters? ¿Del dúo, trío, quinteto? ¿La última en directo?
Me quedo con esta, interpretada por Gilmour y Wright.
Es la última del último disco de estudio. Un colofón digno, a la altura de los Floyd. Es una canción que suena a derrota, a final, a campo de batalla humeante, por quién doblan las campanas. Al oír por primera vez en Radio 3, cuando presentaron, una oscura madrugada el nuevo disco de los Floyd. Lo hacía el jeviorro aquel que presentaba Rompehielos, un programa de metaleros. Creo.
Recuerdo que dijo que uno debía fijarse en los sonidos de fondo, casi imperceptibles, que le daban continuidad al disco. Como la campana.
Un regalo. Para mi, al menos.
Se os regala ahora. Hoy.
Siempre. Para siempre.